GARRINCHA, A ALEGRIA DO POVO

Cuando cursaba preparatorios, con mis compañeros de clase habíamos formado un grupo de viaje, con el cual fuimos a San Pablo, Brasilia y Río de Janeiro.

En San Pablo nos hospedamos en el Estadio de Pacaembú y casi todas las noches habían partidos por la Copa Río-San Pablo, los brasileros eran campeones del mundo en esa época así que, gratis, pude ver fútbol profesional de primer nivel y disfrutar unos cuantos partidos, me acuerdo de haber visto a Zito, Gilmar y de Sordi, pero pese a ver jugar al Santos no vi a Pelé, también recuerdo un partido entre Corintians y Flamengo que terminó cinco a cuatro, al cual hace poco lo vi en la televisión. Fue la primera vez que vi que los arqueros no reventaban la pelota con el pie y la pasaban con la mano, en general a los marcadores de punta.

Después fui a Río de Janeiro, allí no me hospedé en Maracaná, así que no tuve franquicias para ver fútbol, pero si tuve la oportunidad de ir al Estadio. Fue un partido entre Botafogo y Flamengo, en Botafogo jugaban los campeones del mundo Nilton Santos, Zagallo y Garrincha, también jugaba como arquero de Botafogo Manga, que luego militó en Nacional de Montevideo y era un arquerazo (aunque no tan bueno como Mazurkiewicz), pero no jugó ese partido porque estaba separado de los planteles por un presunto caso de soborno.

La verdad que fui a ver un partido de fútbol, pero lo único que vi fue una máquina de jugar al fútbol que se llamaba Garrincha[1], cuando entraron los equipos era el que más llamaba la atención, sí, la llamaba porque ese tipo no podía estar ahí, tenía unas piernas rarísimas, parecía que no podría correr y menos jugar al fútbol.

En el primer tiempo lo único que pasó fue que le llegó una pelota en el ángulo del área grande por el lado de afuera, la paró, levantó la cabeza, miró y después pateó, pegó en el horizontal, no sé si ahora con el tiempo que se tomó tendría oportunidad de patearla. Pero en el segundo tiempo se inspiró, fue algo maravilloso, nunca vi nada igual en mi larga trayectoria de aficionado al fútbol, parecía que sus zapatos tenían un imán que atraía la pelota y el movimiento de sus piernas torcidas desconcertaba a los rivales, cuando picaba parecía que tenía un turbo y frenaba como si tuviera ABS, era imprevisible, él solo enloqueció a todo el equipo de Flamengo, el partido terminó tres a cero y pudieron ser muchos más.

Al otro día el titular de media página de un matutino carioca fue “GARRINCHA VOLTO DAR SHOW NO MARACANA”, con mayúscula y en negrita.

Sin duda era “La alegría del Pueblo”.

 


[1]  Manuel Francisco dos Santos. Recibió el sobrenombre de Garrincha por uno de sus hermanos. Garrincha es el nombre de un pájaro que vive en las selvas del Mato Grosso, en Brasil. Dicha ave es fea, pero al mismo tiempo increíblemente veloz y torpe, por lo que suele ser cazada con mucha facilidad. Mané se ganó aquel nombre porque sus hermanos consideraban que era libre, puro y feo, como aquel pájaro. Garrincha era zambo, tenía los pies girados 80 grados hacia adentro. Su pierna derecha era 6 cm más larga que la otra; además, tenía la columna vertebral torcida, y sus problemas se agravaron por una severa poliomielitis. De pequeño lo operaron para curarle la anormalidad de las piernas, pero no quedó bien, y esas mismas piernas le sirvieron para confundir a sus rivales, amagando jugar para un lado e irse para el otro. (Fuente Wikipedia). Cuando asistí al partido no sabía las penurias que había pasado por sus piernas.

Tuvo una vida desordenada, se escapaba de las concentraciones, era alcohólico y mujeriego, pero de eso no vale la pena hablar.

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