agosto 3rd, 2010
LOS SERBIOS SITIAN VUKOVAR
En mil novecientos noventa y uno, cuando a los croatas se les ocurrió declarar su independencia de Yugoslavia, el hecho no fue visto con beneplácito por las autoridades de Belgrado, que reaccionaron como siempre han reaccionado todos los poderes centralistas de todo el mundo en todas las épocas cuando vislumbran que van a perder privilegios: iniciaron una guerra de anexión contra Croacia, para transformarla en provincia serbia cuya capital sería Vukovar, una pequeña ciudad ubicada en la confluencia del Río Danubio y el Río Vuka.
Para ello enviaron al Ejército Popular Yugoslavo apoyado por paramilitares serbios con armamento pesado, tanques, aviones, cañones de largo alcance, etc., para tomar la ciudad de Vukovar, que fue defendida por los croatas con armamento insuficiente para oponerse a una fuerza superior en número y equipamiento.
Los serbios encontraron mayor resistencia que la esperada y, durante varios meses, establecieron un sitio que impedía tanto la salida de los sitiados, como la entrada de ayuda humanitaria que pretendía atender a los niños y a los heridos. Una lluvia de metralla y fuego caería sin piedad sobre Vukovar, transformando la ciudad en ruinas y escombros, mientras sus quince mil habitantes, de los cuales tres mil eran niños, se refugiaban en los sótanos, sin agua, víveres, ni medicinas.
UNA MISIÓN PARA LA Tve
Era la repetición de tanto asesinato y horror a la que Europa está acostumbrada desde hace milenios, parecía que era una película que ya se había visto y, en medio de tanta locura e irracionalidad, un puñado de croatas realizó una incursión: su objetivo, ganarle unos metros a los serbios para que los camarógrafos de la televisión española pudieran filmar los tanques más de cerca, y que las sociedades desarrolladas, consumistas y opulentas pudieran disponer de un producto para exquisitos: ver en el telediario, en acción, el pesado armamento con el que las tropas sitiadoras, más tarde o más temprano, masacrarían a los sitiados.
LA MISIÓN COSTÓ LO SUYO
El saldo para que la filmación de la incursión croata pudiera salir abriendo el informativo de la televisión española, fue de un muerto y cinco heridos, todo ello gracias a que el jefe del pelotón que hizo la incursión, el comandante Grüber, de veinticuatro años, era amigo de Arturo Pérez-Reverte[1] que se encontraba por esos rincones del mundo como corresponsal de guerra.
Es una forma de lograr un reportaje que abriera el informativo central de la Televisión española, aunque pienso que mejor hubiera sido filmar una escena ficticia como la de la jovencita con un gato en brazos en un pueblo arrasado de una ficticia Albania[2], pero también es cierto que en la guerra siempre se consiguen artistas desechables y más baratos.
LA BOCHORNOSA RETIRADA Y MASACRE
Después de eso, una madrugada, los reporteros se fueron arrastrándose por un sendero, sin mirar para atrás y avergonzados de tener un salvoconducto que les permitiera salir de Vukovar, sintiendo sobre sus nucas las miradas de aquellos jóvenes croatas condenados por no tener carné de prensa.
Como era previsible, después de tres meses de sitio, Vukovar cayó en manos serbias y se cometieron todo tipo de atropellos, asesinatos y vejaciones, también mataron al comandante Grüber, al que sacaron del hospital con un pie amputado, escupiendo sangre por la metralla que tenía en sus pulmones y lo fusilaron, igual que al resto de su pelotón, que peleó hasta que se quedaron sin municiones.
UNA MAÑANA CON JÓVENES FANTASMAS
Por eso cuando una mañana, varios años después de sus peripecias por los Balcanes, Pérez-Reverte leyó en un diario “Croacia recupera a Vukovar”, seguramente muchas cosas le pasaron por su mente, y no me llamó la atención que haya desenterrado los videos que tenía de aquella época y, mirándolos, pasara la mañana bebiendo coñac con los espíritus de aquellos jóvenes croatas que ya no están…
[1] Todo esto está descrito en un artículo de Arturo Pérez-Reverte, titulado “
Regreso a Vukovar” y publicado conjuntamente con otros varios de los artículos que escribió en “
El semanal”, en el libro titulado “
Patente de corso”.
[2] De la película “Wag the dog” (Cortina de humo) de Barry Levison, con Dustin Hoffman y Robert de Niro.
Se autoriza la reproducción total o parcial indicando la fuente.
enero 9th, 2010
Si hay algo de nunca acabar, es la guerra de las patentes, desde hace más de veinte años es un tema de confrontación entre los municipios, aunque la diferencia de costo de las patentes según el departamento donde está empadronado el auto es algo que viene de mucho antes, el hecho que haya pasado casi desapercibido por muchos años fue porque como había pocos autos no importaba mucho, pero en la década de los ochenta, el parque automotor creció sustancialmente y los intendentes, sobre todo el de la capital empezó a ver una enorme cantidad de vehículos que circulaban con matrícula de otro departamento, en algún momento alguien hizo cuentas y se percató que las cantidades en juego eran enormes y ahí comenzó el lío.
Por aquel entonces escribí un artículo que nunca publiqué, quizá porque era funcionario de la Intendencia Municipal de Montevideo, que transcribo a continuación[1]
“El monopolio violado.
Tiempo atrás, durante la administración del Intendente Elizalde, hubo entre los Municipios del Interior y de Montevideo una seria confrontación derivada del hecho que el despojo que hacían las Intendencias del Interior cuando cobraban las patentes de los vehículos era sustancialmente menor que el que hacía la Intendencia de Montevideo. Esta circunstancia, por la cual un ciudadano de un país por el simple hecho de residir en uno u otro lugar del territorio deba aportar al Estado cantidades diferentes para poder circular en vehículo propio, es seguramente una situación única en el planeta y galaxias aledañas, y llevó a que los propietarios de vehículos residentes en Montevideo, aun a costa de gastos y molestias de traslado, los empadronaran en los Departamentos limítrofes, y no tan limítrofes.
Como la diferencia de valores de las patentes era tan exageradamente alta resultó que el porcentaje de vehículos que circulaban en Montevideo con matrícula de otro Departamento era escandalosamente elevado, atento a lo cual las autoridades municipales, con su diligencia y sagacidad características, infirieron acertadamente que había muchos montevideanos que, para no pagar tanto no empadronaban sus autos en la capital. Aunque no se crea, este problema se planteó con virulencia en 1986, no quiero ser exagerado pero desde que tengo algo de idea de alguna cosa, y tan jovencito no soy, existe diferencia en lo que se cobra las patentes según los Departamentos, y siempre fue más cara en Montevideo, y también siempre se empadronó en el interior viviendo en Montevideo.
Una vez detectado el problema se actuó rápidamente: se adoptaron medidas. Con las exigencias de papeles, certificados, y yo que sé cuantas cosas más que se pretendía, el propietario de un auto empadronado en el interior, si quería respetar las reglamentaciones y circular sin riesgo de ser detenido en el Departamento de Montevideo, casi que se tenía que andar con un Escribano en el auto, además para asegurar el cumplimiento de la disposición se estableció un sistema de multas y porcentajes para los inspectores de tránsito tal que si capturaban un Mercedes Benz en falta por mes ganaban más que el Intendente, toda esta problemática, aumentada además por las reacciones de los otros Municipios, en cierto momento tomaron un aspecto kafkiano, pero finalmente como casi todas las cosas Municipales se diluyó difusamente.
El resultado de tanta alharaca es que la mayor parte de los autos último modelo (que circulan en la capital) siguen empadronados en el interior y cuanto más caros son, el lugar de la matrícula más se acerca a Punta del Este. Por supuesto que en Montevideo se ha visto crecer el número de autos de precio medio de los modelos ’70 y ’80 reempadronados en la capital, con tanto alboroto se cazaron algunas perdices pero ningún tigre.
Creo que todo esto merece algún tipo de análisis un poco más profundo que la mera relación de los hechos. Fue muy llamativa la severidad y rapidez con la cual se dispusieron las reglamentaciones que habilitaban las sanciones y la virulencia de las confrontaciones entre los Municipios, máxime teniendo en cuenta que los más duros enfrentamientos sucedieron entre Intendentes electos por el mismo partido. Esto lleva a reflexionar que la sustancia del problema no era política sino de otra naturaleza.
La reacción del Municipio de Montevideo si bien fue defendida por el Intendente, quien fue su portavoz, fue una reacción típica de la media gerencia de un organismo público de posición monopólica, (el Intendente hizo suya esta posición en parte por el asesoramiento y en parte porque él también fue funcionario municipal y participaba de esa mentalidad). En efecto ¿Qué significaba que el propietario de un vehículo tuviera posibilidad de elección para empadronarlo? Nada más ni nada menos que la pérdida de un monopolio, era la aparición de un mercado de competencia, imperfecta pero competencia al fin. La aridez e intransigencia de todas las actuaciones se debió, en mucho, a que quienes aparecían como competidores, que también eran municipios, en esencia también tenían la misma mentalidad de defensa de monopolio. Fue en realidad una experiencia inédita en la cual el Estado se enfrenta sí mismo en defensa de sus monopolios regionales y se ve que la reacción no es la de proteger al ciudadano sino la fuente de recaudación.
El Estado acepta muchas cosas, pero lo que jamás podrá aceptar es la pérdida de un monopolio, sobre todo quienes no permitirán la ocurrencia de este sacrilegio serán las gerencias no políticas, el permitir competencia (y traslado de recursos) lleva inevitablemente a la limitación de los excesos que cometen y por lo tanto a una disminución de la impunidad de actuación y del ejercicio de su «propiedad». La razón de la dureza de los enfrentamientos no fue exclusivamente un problema económico derivado de una menor recaudación por evasión, fue en esencia una lucha casi religiosa, Elizalde fue, en su momento, un cruzado luchando contra infieles que con sus impías actitudes estaban conmoviendo las bases de su monopolio.”
Como se ve las cosas, desde aquel entonces, no han cambiado nada, pasaron más de veinte años desde que escribí lo de más arriba, cambiaron los gobiernos y todavía sigue habiendo mucha gente que empadrona donde es más barato[2].
Desde entonces las cosas siguieron bastante parecidas, en realidad lo único que cambió fueron los personajes de la novela. Pero recientemente la mayoría de las Intendencias decidieron bajar las patentes ¿Qué fue lo que sucedió? Lo que pasó es que tácitamente se reconoció que el mercado de las patentes no era monopólico, sino un mercado de competencia imperfecta, la realidad, al cabo de un tiempo se impone, no se la puede ocultar y por más cosmética que intenten poner para evitar que salga a flote, más payasos parecen, pero finalmente, y a pesar de todo, los defensores de los monopolios son derrotados: bienvenida la rebaja.
http://douglas.simonet.com.uy
Se autoriza reproducción total o parcial si se indica la fuente
[1] Este artículo fue escrito originalmente en Wordstar, creo que en 1989, en algún momento conseguí un programa que lo pasara a Microsoft Word, pero con algunas imperfecciones, así que pido disculpas si tiene algunos errores.
[2] Hasta aquí, lo que no fue escrito en el artículo original de 1989, lo escribí en 2007, lo que sigue lo escribí en 2010.