¿QUO VADIS?
El problema de la seguridad en las ciudades es uno de los grandes problemas que enfrentan (y enfrentarán en el futuro) las ciudades de los regímenes democráticos de occidente.
El problema más grande de todos, según mi opinión, es el enfoque erróneo, por incapacidad o conveniencia, de los gobiernos para encararlos, no reconocen, o no quieren reconocer, que nos enfrentamos a un nuevo escenario, cualitativamente diferente de los que se han tenido que enfrentar hasta la fecha.
En los enfoques de los problemas de seguridad no se considera la influencia de un aumento explosivo de la población y el crecimiento descontrolado de ciudades en las cuales florecen tensiones étnicas, religiosas y sociales, paupérrimos asentamientos irregulares que convivirán con lujosos rascacielos, empobrecimiento y crecientes legiones de desempleados, que las transformarán en junglas urbanas gobernadas por leyes y códigos culturales y sociales muy diferentes del orden establecido, que será enfrentado con una visión de las cosas y métodos que no está preparado para combatir.
Hasta el momento los gobiernos occidentales no han dado muestras de la comprensión de este nuevo fenómeno y siguen convencidos (en el mejor de los casos, porque muchas veces pecan de complicidad) que con retoques a las leyes penales y algo más de presupuesto al Poder Judicial y a los Ministerios del Interior van a mejorar las cosas.
No se dan cuenta (o se hacen los distraídos) que hace ya más de treinta años, los narcotraficantes colombianos propusieron al gobierno de ese país pagar la deuda externa de Colombia. Esta propuesta tenía tremendas implicancias que no se podían ignorar por el mensaje implícito que contenía: el narcotráfico, ya hace treinta años, se sentía que era un poder que podía hablar de igual a igual con el poder establecido (los hechos demostraron que tenían razón).
O sea que está claro que el poder establecido convive con otro poder (u otros poderes) que se rige (o rigen) por otros conceptos, otras leyes y que no respeta (respetan) el orden institucional vigente, y al cual (los cuales) no ha podido eliminar.
Pero no será sólo eso, la población, especialmente la más marginada, se percatará que las fuerzas de seguridad no podrán hacer frente a acciones de grupos medianamente organizados porque carecen de equipamiento, entrenamiento, recursos y apoyo logístico (información y legislación adecuada para enfrentarse a las nuevas formas de delincuencia), con el agregado que en las precarias condiciones con que deben enfrentar a una delincuencia cada vez más violenta, y sin apoyo de sus jerarquías, su motivación para la luchar contra el crimen irá disminuyendo (por la convicción que serán derrotados) y serán cada vez más proclives a ser sobornadas. Muchas de estas cosas ya están sucediendo, cobro de peajes por grupos organizados o las famosas “picadas” (en las que muchas veces hay un público llamativamente numeroso que no se junta por casualidad y que es fácil saber cuándo se va a reunir y donde se juega mucho dinero) seguramente son posibles porque es factible muchos funcionarios estén involucrados directa o indirectamente en el negocio.
Todo esto transformará a la ciudades (y más especialmente a las grande ciudades) en verdaderas junglas urbanas regdas por leyes y códigos independientes del poder establecido, habrá nuevas mafias, empobrecimiento de las poblaciones, campamentos urbanos compuestos por la crecientelegión de desempleados que convivirán a pocos metros de lujosos rascacielos de tecnología de última generación, o sea: el escenario perfecto para el crecimiento de una violencia descontrolada e incontrolable, los escenarios no serán muy diferentes a lo que veíamos en “Blade Runners” “Calles de fuego” o “Mad Max”.
Se recomienda leer:
Declaraciones del Inspector General de Policía Mario Layera:
https://www.elobservador.com.uy/el-testimonio-layera-tres-dimensiones-n1231667
Informe del Pentágono: